Se han cumplido ya tres meses del sensible deceso del honorable maestro y ciudadano integro doctor Teodosio V. Sánchez, que tuvo por norma servir a la patria en toda hora con buena voluntad y decidido amor cívico. Nosotros, que tenemos motivos para recordarle con cariño, por haber sido él uno de los mentores que levantó una generación en Rubio, nuestro pueblo, por derroteros que marcan luz y bondad en aquel rincón provinciano, no podemos pasar desapercibido el recuerdo de su memoria. Verdad es que no tuvimos ocasión de conocerle, pues cuando fundó su Colegio en Rubio, todavía la madre naturaleza nos tenía alejados de las intrigas y las flaquezas humanas. Sin embargo, viejos amigos del maestro y viejos papeles que hemos encontrado en búsqueda modesta, nos han relatado noblemente la labor de este aguerrido cruzado y hombre docto en Matemáticas y Lengua Castellana, que anduvo siempre con una lección de optimismo a flor de labios. En Rubio se recuerda mucho su actuación brillante en el Colegio que fundara, a donde acudió una juventud ávida de voces espirituales y de conocer los goces y beneficios de la instrucción. Y no solo fue la juventud rubiense la beneficiada, pues en los pueblos vecinos cundió la fama del doctor Sánchez y su Colegio y fueron otras tantas juventudes a recibir enrumbamiento cultural bajo la egida de este maestro. Para esa época (1908 a 1910) fundó también el doctor Sánchez en asocio de su adorado hijo Pedro Marino, un periódico de intereses generales que tuvo magnifica acogida por su escogido material literario y por sus ideas independientes, encauzadas únicamente a la prédica cívica y moral de la colectividad rubiense, llámose “La Concordia”. Y así como pedagogo era el doctor Sánchez idóneo, como periodista resultó excelente. En aquellos días circulaban también “El Aldeano”, de don Pedro J. Sánchez, “Centauro”, revista dirigida por jóvenes altruistas y rebeldes, y “El Rayo”, brioso paladín del pensamiento que dirigía don Leonidas Aranda Briceño, los que con “La Concordia” de don Teodosio y su hijo, seguían la trayectoria intelectual dejada por don Miguel R. Guerrero, don José Natividad Pernía, general Rafael Rojas Fernández, don Rafael Arvelo, don Macario Sánchez y otros tantos que nos sería prolijo enumerar, que con sus bien servidos voceros dieron a Rubio nombre y cultura. Eran días aquellos de guerras civiles y luchas intestinas. El bandolerismo de aquella región todavía dejaba su huella destructora y el terror de pandillas colombianas que diezmaban aquellos lugares, hacía sobresaltar la tranquilidad de los moradores de la Pontálida, donde hombres de talento rebatían con prácticas y artículos serenos la violencia y barbarie de aquellas gentes avejudas, que penetraban por el Municipio Delicias, se adentraban al Distrito en busca de motines materiales. Esta circunstancia hacía penosa la vida del periodismo rubiense; pero allí habían voluntades y cerebros que luchaban a despecho de las zozobras, y el periodismo que había iniciado sus pasos desde el año de 1876 continuó su marcha mostrando sus fuerzas civilizadoras, contando hoy Rubio más de 70 periódicos que han circulado y tenido vida independiente. Habiendo perdido el doctor Sánchez a su hijo Pedro Marino, único vástago de su matrimonio, tuvo gran dolor moral por tan irreparable perdida; por lo que su vida sufrió un cambio. Y un día se le vio salir rumbo a Caracas, donde prosiguió su labor pedagógica, desempeñando varios cargos oficiales en el ramo instruccionista. Más tarde fundó en Los Dos Caminos un Colegio, donde estuvo hasta que la suerte lo mantuvo firme ante los reveses. El doctor Sánchez, apunta el pulcro escritor R. A. R. M., publicó algunas obras didácticas y numerosos artículos de diversa índole en revistas y periódicos, advirtiéndose en sus trabajos aquella misma pureza de lenguaje, claridad de exposición y dominio de las materias que mostraba en la cátedra. Hoy, ya desencarnado, recibirá el tributo constante de sus discípulos agradecidos. Rafael María Rosales. (Tomado de: Rosales, Rafael María. Aguada Grande, Estado Lara, mayo de 1935. Hojas sueltas).